LAVAPIÉS
SALGO AL BALCÓN
No me queda nada que escribir.
Hay poco que decir en la somnolencia estival.
Salgo fuera al balcón y observo la calle:
pasa un joven con una gorra negra en la que pone en grandes
letras blancas de contornos rojos la palabra OBEY.
Sobre la acera un cubo naranja de basura rebosa
hediondas bolsas negras y lilas de las que sobresale
un palo con una rueda atornillada en su punta.
Una piba de unos cuarenta años, de largo y rubio pelo vestida de rojo,
se contonea muy rumbosa entre una hilera de vallas amarillas de obra.
Del bar de enfrente se escapan los acordes de saxofón del Miles in the sky
que acaban atropellados por el reguetón de un volvo gris que cruza.
Un grupo de jóvenes y guapos actores acabados por el éxito exclaman:
- ¡Mirad, oferta de 4 botellines a 3 euros en El Fin del Mundo!-.
Una paloma gris que aparece en la blanca soledad de fachadas granas
defecando exclamaciones sobre los verdes maceteros
del ruidoso atardecer.
Un perro con un bozal gualda deja montones
de cagadas carmesí sobre el pavimento gris
y ahí es cuando el dueño desaparece en la cetrina sombra de la sospecha
y toda la acera queda llena de mierdas para la discordia vecinal.
Pero atrás queda un perro moviendo la cola feliz,
feliz, como la sonrisa de los que tienen fe en Dios.
No me queda más por escribir.
VIVO EN LAVAPIÉS
Vivo desde hace un año en Lavapiés,
un barrio multicultural que ignora a los lúcidos.
Estos se pasean desapercibidos
por el colorido del gentío,
sin muecas ni escafandras,
susurrándoles a las masas en silencio:
- ¡ Como os podéis sentir vigilados por las cámaras
de seguridad si no tenéis nada que ocultar ! -.
Los traficantes no son el objetivo de la vigilancia
porque ellos aportan al PIB de la economía sumergida,
y el resto de las gentes son sus ciudadanos libres teledirigidos.
Las cámaras están ahí para controlar a los despiertos,
ellos son el verdadero peligro.
Él es un solitario,
baja a comprar pan de centeno, naranjas, manzanas,
okras, plátanos, cúrcuma y chocolate negro,
sube a casa y nada más.
Este barrio no es para solitarios
este barrio es para la gente guapa y perfumada,
pixelada y super tatuada, gente pro,
profesionales de un clasismo altivo
que llevan en las solapas del buenrollismo
aquellos que aprendieron a ocultar
su condición de clase
tras el mendrugo de pan de sus ancestros.
Creen ser nacidos para dominar...
pero solo dominan su vanidoso e iluso terruño.
A veces él desde su balcón, observa el pase de modelos
y se pregunta en qué se está convirtiendo el mundo.
Al parecer un mascar exitoso ha sustituido
a la integridad humana.
CUANDO IBA EN EL CERCANÍAS
Hoy camino feliz,
ni tropiezo ni hay tormenta,
y el aislamiento que sufro no conoce bar
dónde huela a la química algebraica del tabaco.
Un vaso o cinco de vino en mi despacho rojinegroblanco
es suficiente para echar un vistazo al mundo por los retretes
de pantalla plana, la tele, el portátil y la ventana gitana.
A veces
cuando bajo la escalera del portal,
huele a mierda humana de yonki sobre pedernal,
y siempre veo
en el mismo rincón el fino pellejo helicoidal
de una mandarina primaveral.
Y
una pedrada en el cristal.
Crisis pedrada pellejo cristal...
y subo al cercanías y en perfecta armonía
veo tribus urbanas de versión neo paganas:
neopunks, neoglams, neometal, neobakalas,
junto a trabajadores inmigrantes,
latinos, chinos, árabes y eslavas
y luego el resto, gente del montón como yo.
Todos metidos en el mismo tubo,
como una probeta de laboratorio de mercado
para experimentar una interculturalidad global
de bajo saldo y gran rentabilidad.
Y en esto que pienso un rap: me bajo en Atocha
y respiro profundamente por la tocha
hasta que todo me la suda
como a un viejo y gordo buda,
cuando uno supera los treinta
todo es una vieja afrenta
las cosas empiezan a dar lo mismo
todo se convierte en puro eufemismo.
CELDAS DE LA VEJEZ
Este poema contiene, tormentas tropicales,
lañas, mendrugos, ladrillos y peñascales.
Todo ello unido en argamasa forma el numen poético
para elaborar este oscuro poema profético:
¿ Qué tiempos son estos donde cuerpos jóvenes
arrojan sus almas abatidas a las celdas de la vejez?.
Lo que observo ahora desde el balcón
es lo mismo que veo desde el corazón
de la Selva Negra, lluvia ácida
quemando las nuevas conciencias,
que achicharradas postran sus cabezas
ante los patronos del marketing.
Músculos maquinando, bolsillos agotados,
voluntades amputadas, transgresiones desenchufadas
y pantallas dirigidas siempre encendidas.
Cárceles ancianas son vuestras almas,
¡ oh jóvenes del nuevo siglo !
CARPE DIEM DE CONSUMO
Cuando apenas sientes nada y te dices,
bueno lo que quiero es vivir y no parar,
porque ahora lo que se lleva
es gastar gastar gastar pastar pastar pastar,
como cualquier otro ganado estabulado.
Pero la pena es tal,
que una brecha en la oscuridad más pacata
se abre
y una luz y una sucesión de imágenes
sangran por la fisura
que a lo lejos del descampado
de los tiempos presentes
gritan contras las paredes del cráneo,
gritan en el rotundo vacío
de no tener nada que decir,
porque estamos todos dormidos.
SOBRE LOS CASCOTES
Vivo como puedo en estas calles veloces
qué se derraman en sangre de cascadas
de pavimento gris, bolardos de granito,
de una escorrentía de modernos, vividores,
neodopoetas, traficantes, artistillas, actores,
peluqueros, vendedores y maderos.
Y todo este pleonasmo fluyendo
bajo las plantas de mis pies,
más muertos que vivos…..
¿Quién cree ya en algo?.
Sonrisas jóvenes postizas
son barrotes odontológicos
en la cárcel de la cadena perpetua
de días de tetrabrik.
Y cajas y cajas de productos precocinados
como batallones de edulcorantes altamente cancerígenos
arrasan y devastan nuestro organismo
en una Operación Cóndor malthusiana
planificada para los ciudadanos del Primer Mundo.
Y sobre los cascotes del antiguo Lavapiés
comienza la reconstrucción especulativa
escenario de los tiempos que vienen,
y se van,
para siempre.
PSICÓPATAS NEOLIBERALES
El mesías se echó a dormir en el pesebre del consumo.
En el ocaso de las civilizaciones
surgen de los orificios inmundos,
psicópatas neoliberales.
La especulación es la eyaculación del Capital.
Los vertederos son las lágrimas de la economía de mercado.
El neoliberalismo es la bronquitis de la libertad.
Dios es el bozal del misterio, la Iglesia es la correa.
La hipnosis colectiva es el aire acondicionado
de los tiempos posmodernos.
La pose es el neopreno de la personalidad.
El cuerpo es la cárcel del alma, dijeron los místicos.
La moda es la trena del ser, dicen los lúcidos.
Los que manejan el cotarro son de otro mundo,
perverso.
LAGARTIJAS DE PARED
¿Qué me ha pasado?.
En sus centros fui educado,
qué es cómo se dice adoctrinado
en la lengua del engaño.
Antes de aquello,
mientras vagabundeaba bisoño por los caminos de tierra,
a cada paso
descubría un nuevo manantial, construía un nuevo templo,
desencriptaba un nuevo secreto.
Ahora vivo aquí, quieto, mientras me observan
dos monedas tiradas sobre la mesa de metacrilato
y un jersey verde oscuro espera para abrazarme
y una luz blanca me besa, y una nuca por frente.
Los sueños de ahora son lagartijas con la cola cortada,
y de la grieta de la pared sale un expropiador
que hace estudios de mercado a su alrededor.
Al concluir su estudio,
desaparecen todas las grietas
y las lagartijas también.
Han derrumbado los viejos muros
y tapiadas sus enigmáticas entradas
ahora circulan 7 sombras encorvadas
por las asépticas paredes de pladur.
¿Qué nos ha pasado?.
¿Qué me ha pasado?
Me he quedado tan solo en eso,
un zombi más circulando por el enlucido
paramento sin fisuras del día a día,
vestido con el viejo chandal, a muletas,
tragando cerveza de malditas yonkilatas
y con la mirada rabiosa cada vez
que la belleza de moda se pone delante
y no me deja ver la ponzoña de las calles.
EL OJO Y EL BLABLABLA
Lo que no muestran los medios no existe.
Lo que no ve el OJO que lo ve todo
único y digital,
no existe.
Si BLABLABLA no lo cuenta,
no existe,
y lo que cuenta BLABLABLA,
como viste tan bien,
guarda las formas,
se muestra tan seguro de sí mismo
y tiene tan buena presencia,
es creíble y existe.
Pero entonces
en las estrechas habitaciones de los barrios residenciales,
en la nocturnidad de los bolsillos rotos,
en los rincones rabiosos,
en los despachos del despido,
en los grafiteados no lugares olvidados
en las calles y plazas dónde nos emborrachamos
sin protección,
sin compostura,
sin poses,
sin futuro,
fuera del interés del OJO ÚNICO y del BLABLABLA,
nada de esto existe. Para Ellos.
No existimos para Ellos, pero cualquier día
¡les explotaremos en las manos!.
MADRID ANOCHECE
Madrid anochece con su cielo
henchido como una vejiga llena de orín.
Un gobierno de psicópatas yabeitas lo preside.
Las vistas son obtusas y la carne es ladrillo,
y los balcones murciélagos colgando de la carne.
Persianas, párpados caídos,
el verano hinchado en el párpado,
todo caído,
el escroto caído,
la papada, la arruga,
y la fe,
descolgada de un cartel.
El cielo un gran inodoro gualda,
las calles largas hileras verdes y negras de cajas
de frutas y verduras de las tiendas bangladesas.
En un adoquín se piensa el mundo,
en una barriga se duerme el público.
Los helicópteros vigilan a los despiertos
y los soñolientos alimentan sogas anudadas
en los cuellos abalorios de hormigas del Sistema.
¡ Cuanto cretino para tan poca democracia!.
LA CIUDAD A LA ESPERA
La ciudad nocturna pasea extraviada a mi lado
como un perro doméstico que busca apesadumbrado
al compañero que le fue leal y lo ha abandonado.
Y el frío abriga lo que sucede y lo que no,
y las luces de neón son puntos indispensables en el espacio,
referencias emotivas,
y sueña el motor del autobús nocturno
en broncos ronquidos ronroneantes,
y en un sofá apagada la televisión
sigue la vieja película,
y el silencio es acaso doloroso a los oídos,
lo es más que las interferencias y los informativos.
Un entramado de cables sobre el parquet
me hace ver que ya no soy tan de calle.
Se convierten en mi nuevo tejido neuronal,
conectados todos los nódulos electrónicos
hacia las pantallas que son ahora las yemas
con las que gozo el nuevo placer interactivo.
Y los perros no aúllan ya,
sueltan famélicos y chirriantes ladridos
y manchan las aceras de cacas
como criaturas malcriadas.
Los rostros de los héroes de ahora
son reflejos grecosesenteros en las avenidas,
la ciudad espera ávida algún nuevo héroe,
ahora ya lo somos todos, zombis de pasarela
en las interminables redes iluminadas.
SI ME QUIERES ESCRIBIR YA SABES MI PARADERO
Si me quieres escribir ya sabes mi paradero
pon mi nombre en instagram, primera línea de fuego.
La soledad me estalla como un brillo
en la oscuridad, y el brillo es el anteojo
de una córnea que se abre en dos
para engendrar multiplicidad de umbrías equidistancias
de viejos compañeros fallecidos de mi presencia.
Son como luces fácticas de esqueleto electrodoméstico
en el halógeno de las farolas de las autovías,
que de lejos son el olvido en un centro comercial.
Cuando todo está iluminado y no hay resquicio de oscuridad
la situación es tal, qué la sombra de lo discordante es perseguido
como todo lo que siempre ha sido perseguido
con la propaganda maniquea que deslumbra
los ojos de los apedreadores espectadores
que se lanzan a saciar esa rabia contenida
de no haber tenido nunca el valor
de ser sus propios señores.
Si me quieres escribir ya sabes mi paradero
pon mi nombre en instagram y me verás muy posturero.
LA LECHUZA
La noche cae
sobre la cabeza
y mi cara se cubre
de sombras y el ceño fruncido
imita a la lechuza
y venden droga en la esquina
y el silbido del gallo
es observado por la lechuza
y no sucede nada más
en toda la noche.
Y la oscuridad se aclara,
los ojos
se vuelven farolillos de vigía
y existen,
las multas y los malos gobernantes
y los gobernados.
Esos si que son malos.
Lo dice la lechuza
qué es capaz de ver en la oscuridad
de las calles de la gran ciudad
a través de los cráneos
ávidos por llegar,
a una meta,
ilusa,
creada por la fantasía
de los sueños emotivos
elaborados en los laboratorios
del Dueño Posmoderno.
DE MADRUGADA
Son las cuatro de la madrugada,
y delante tengo un escritorio vestido de negro
dónde si agudizo los sentidos veo un ayer cercano,
pero si miro mucho más atrás, todo lo que veo
es cartón de despedida y escayola de dolor.
Sobre el escritorio
un librillo de papel para fumar
un spray de propoleo para la garganta
y el azul pen drive que penetra
en la satinada extensión pixelada,
iluminada la pantalla agujero de metralla
de datos, fotos, ojos rojos.
Rojo pendón cuchillo en la corteza del patrón.
Un cedé de Schubert colección semanal con el periódico Público
sobrevuela la disquetera sonando a invasión instrumental.
Música de ayer en el oído de hoy es música de hoy.
Pero como nos venden que lo mejor es lo actual,
imponen pues el gusto en un totalitarismo global.
- Y el dolor es apenas perceptible por la jornada agotadora
que la prisa aplica en los corazones de la gran ciudad -,
tecleo de seguido en el eco roto del quebranto.
Un papel doblado, una pieza rota de plástico,
un tapón marrón, y un lazo
que se desprende de la lógica formal.
Pasan las cinco en el reloj de la cuadratura incandescente,
escribo en el insomnio que me transporta
al otro lado,
y vuelvo a altas horas
al Lavapiés de mi sombra.
Y me pregunto para qué vuelvo
de nuevo.
La flor del Jacinto.
¿Una nueva resurrección?.
HORIZONTE
DE
CATENARIAS
HORIZONTE DE CATENARIAS 1
Las córneas penetran en las costillas a través
de la garganta y contemplan el vientre enervado,
cúmulo de flamas y callejones sin salida.
Sucumbo al sueño.
Se abre una ventana desde donde
observo mi antigua habitación
en un horizonte de catenarias que surcan los años ochenta.
Los ojos se vuelven sobre la nuca
y se abre en recuerdo el descampado
desde el somier lacerado y desnudo.
Los neumáticos como tráqueas de fumador
aún humean la última fogata,
en una chamusquina visionaria,
pira de rituales de barrio.
Niños lloran en la penillanura
del fondo del solar en venta, a la espera
de quedar cementados por el progreso atroz.
Sobre charcas nauseabundas sapos negros
croan leyendas de hechizos a la luz
de la navaja que en ocaso se abre en txeira.
En el perímetro
se eleva un terraplén coronado por una sierpe de raíles
escamas de hierro, traviesas, eclisas y durmientes de hormigón,
que hacen de frontera a la reciente y joven civilización turgente.
Y en el más allá, olivos, aullidos y bunkers,
los aviones bombardean el final de los sueños.
La persiana del dormitorio
lanza planos de luz que diseccionan
en mejillas prismas de besos
que despiertan al Elegido.
HORIZONTE DE CATENARIAS 2
Sucumbo al sueño.
Sentado en el solitario banco de madera
bajo el horizonte de catenarias
observo la autovía mientras fumo
denso jachís de primavera.
El mar suena de cerca pero está muy lejos,
es un oleaje automovilístico que confunde al oído
con la belleza ausente
en un arrebatador y ardiente sueño carpetovetónico.
La Luna no es inconsistente como el Sol lo es,
la Luna es dura y serena y aterradora y terca,
la mula del firmamento, a veces la hoz del cosmos.
Y cae su sombra labriega
surcando el descampado ochentero.
Antiguos caminos de ventas y viñas
ahora salpicados de chatarra,
resaca de ennegrecidas piezas de coche,
bujías, rodamientos, muelles oxidados,
crean el paisaje postindustrial que las chicharras
musicalizan como vibrantes engranajes en vaivén.
Y los yonkis colgados en palomares
sedados por mantras de paloma, y agujas
de heroína de propulsor naranja
en el charco infantil.
Visiones que acabarán sepultadas
bajo el cemento armado hasta los dientes
del progreso M40.
Y bajamos a la calle,
heridas en los codos, rodillas y costados, desollados
por la aspereza del suelo corteza de caminos de chapas
hoyos de canicas y pedruscos salientes y cortantes de extrarradio.
Toboganes de filos hambrientos de dolor Transición,
y botas de plástico se deslizan en febrero sobre el tamiz
del charco congelado de la futura corruptela
que la escarcha auguraba al crujir.
Duendes de la electricidad gritan
¡ aprende a desaprender !,
en un electroshock de diodos y cátodos sabadoides,
mañanas de descarga vitalista
en las inocentes neuronas del baby boom tardío.
Y bajamos luego a la calle,
niños de la calle,
y soñamos y cohabitamos y olemos a fogata,
sobre el descampado del afilador, la cabra y el órgano caló.
HORIZONTE DE CATENARIAS 3
Sucumbo al sueño.
Se abre una ventana
desde donde observo mi antigua habitación
en un horizonte de catenarias que surcan los años ochenta.
La tarde en calma,
una goma de borrar MILAN de color crema y sucia,
una carpeta de cartón azul cielo helado con gomas desgastadas,
con un nombre propio escrito en boli Bic azul,
Eugenio Sánchez Albusac.
El parque a lo lejos,
el columpio amarillo que rechina a terror de barrio,
sembrando el temblor
en la paz de la cornisa de los bloques de viviendas.
En la barriada un grito desolado
qué se ahoga a la hora del pan.
De un abrigo de visón se escapa un rostro retorcido
en una amalgama de yugos y flechas
paseando 4 caniches que cagan puntos suspensivos
sobre la pasarela proletaria pero de postín.
Un carrito de la compra a cuadros marrones
beis crema marrón austero, atraviesa el parque:
Leche Lauki, una pistola de pan, azúcar blanca,
cuarto y mitad de jamón de york
membrillo, mantequilla
medio kilo de limones.
Y detrás el descampado,
donde tiritan las jeringuillas de los yonkis
que lavan derramando sangre podrida
por los sumideros de las fuentes
del parque de los niños.
Y luego vuelven
a los colchones manchados de sus almas abatidas.
Trozos de revistas porno de pederastas en los montículos
de escombreras de las nuevas barriadas,
collage de infancias mancilladas
por la colza de la moral represiva.
En el portal,
Ongi etorri pone en el felpudo de los vecinos del primero.
Bienvenidos a la emoción de los tiempos de la primera juventud
maridada por sonatas de jevi metal, rimas kalorras
y sopranos de música disco.
Llegó la hora de los ídolos, los héroes dormidos despiertan
de los poster de la pared, se despega el celo de sus
chupas de cuero, las greñas se desparraman por la habitación
como una explosión de litronas y botellas de kalimotxo,
y sus gargantas metaleras arrancan en
una implosión de luz sombría de pinchos de 1988.
Más adelante chincheteados
surgirán los nuevos héroes de los noventa,
ídolos de vaqueros rotos y camisas a cuadros,
largo pelo del final del sueño de los sesenta.
Una litera, un sofá, una Nintendo, una ventana surcada
por un horizonte de catenarias.
Una fábrica amarilla de magia endulzada,
una huerta con cepas de vino de pitarra, gallos,
ovejas y cartuchos que disparan su rabia
sobre los hijos de los nuevos inmigrantes
de la Castilla vacía e iracunda.
Más tarde, esas huerta serán borradas
por la perimetral apisonadora de asfalto M40.
Más allá del horizonte
cae el telón
y se abre una ventana de arena
y el bunker deja ver el olivo y a gatas sale
un cautivo desarmado que se arrastra
y se inyecta adrenalina por el cuello
para gritar con voz roja de metralla:
¡Nos atacan de nuevo!.
YA NO HAY MAGIA
Ya no hay magia bajo la goma de mis chanclas,
solo cemento armado hasta los dientes,
es la marcha del poder en un desfile
que encierra el pulso bajo grúas y constructoras.
Y qué más puedo decir, la mierda de siempre.
Perdido como un niño
en la multitud de piernas de los días
elevo la mirada
y veo el cielo cortado por un tejado castellano,
que como una sierra metálica de carpintero,
va cortando tablas rectilíneas de los sueños.
Como un muchacho
vivo en la felicidad, al umbral del túnel
con hollín sobre el rostro,
en la oscura máscara de edad visionaria.
Y con la barriga de un adulto
juego a ver el mundo peludo
en un eje roto de narcisos.
VIVA EL MAL
Cuándo escribí mi último verso
en el último arrebato....
si,
hace mil años,
los urbanistas del ser,
lo sé,
pusieron paredes y techos
y aparcamientos subterráneos
a los campos abiertos
y a los charcos de la infancia.
Y esto os digo ahora:
no creáis que lo olvidaré
en la conservadora burocracia
de los años adultos.
Sustituyeron los charcos
por canalizaciones de alcantarillado,
niños por ratas,
y así marcha todo mucho mejor
para el motor
de la destrucción-seducción-civilización.
Viva el mal, viva el capital!
EL CHARCO
De repente,
oigo gritos fuera, me asomo al balcón,
bajo la mirada a mi vientre
y veo el mismo charco del parque
pero sin el niño que yo era con sus rojas botas de lluvia.
¿ Dónde está?.
Dejé de escucharle hace años,
en el camino hacia una profesión bien remunerada,
me quedé sin escuchar por el largo
camino de la irremediable arruga.
Mi pecho es tan blanco y velludo
como lo era diez años atrás
pero hoy lo he mirado tras mil años después
y he sentido que algo me faltaba,
hoy precisamente,
un dia 11 del mes 5.
Y corro,
corro a la desesperada
por el cable tendido del recuerdo
para buscar donde se cayó,
y recuperarlo dónde lo perdí.
Hoy cuando tenía mi cuerpo ante mí,
por primera vez tras mil años,
echaba en falta el crujir de la escarcha
por las pisada de las botas de agua,
y la fórmula que atravesaba paredes
porque la palabra en verso no es de este mundo
de materia líquida ponzoñosa
en el que nos ubicaron los falsos dioses.
LA INFANCIA SE CAE A TROZOS
La infancia se cae a trozos
de adobe por la fachada
como terrones olvidados,
cae en un pozo cristalino de nostalgia.
Tapado por el polvo de los años,
una clavija, un bote, un alicate, una espumadera
un grill, una filigrana, un alambre, un estambre,
lo que antes era blando y absorbía
ahora es duro y hace resbalarlo todo.
Duro como el contrachapado metal del tiempo,
que se aboya golpeado por los puños de la juventud
Antes el verso caminaba fulgurante
abriendo puertas y adentrándose en senderos
Ahora echo la vista atrás y todo está petrificado
Como una calavera con sonrisa de lagarto
Y óculos vacíos como el zen de un quedo.
RECUERDOS DE LOS NOVENTA
Saco la cámara de mi cerebelo
y revelo los recuerdos de los años 90.
Solideces del pasado
por los pasillos del tuto,
madrugadas neojipies en el verde
jardín del cementerio,
borracheras de hastío en los trasteros,
barrios de almacenes cruzados
por coches dementes
con el neón de los semáforos
parpadeando, vibraciones de calefacciones
y el nuevo aire acondicionado.
Árboles sobre aparcamientos subterráneos,
crujientes atardeceres
de bolsas de Cheetos pelotazo
para calmar el ansia del jachís,
cubos de basura de color naranja cabeza rapada.
Ruido de chunda chunda en los capós
en contraste con la regeneradora luz de Nirvana,
se encadenan en una dialéctica posjevipunk en el
interminable trayecto de la década de los 90.
Cargados de pastillas
rulas y pirulas hasta que el ruido de las madres
y los niños les hizo bajar con los dientes podridos
temblando y la mente hecha polvo y seca de ingenio
en la triste luz que atisba el año 2000-.
LÁGRIMAS DE CEMENTO
Lágrimas de cemento armado se depositan
Como sedimentos furiosos y a la vez
cansados en la orilla de mis ojos.
Sedientos los ojos de la aridez del final de los sueños.
Veintiuno de noviembre del año dos mil once
Calle Doctor Fourquet, Lavapiés.
La noche es material sintético
La nostalgia quedó fuera de la reforma
de los tiempos, dónde están ellos?,
y donde estoy yo?,
quizás en el envase cerrado al vacío del adulto.
La garganta delira, la piedra cae al riñón
Leonard Cohen suena en el Mac,
no me quejo, es lo que hay,
pero me gustaría volver a verlos.
TRIPI DE VUELTA A CASA
De madera barnizada y magullada,
mientras mi vista se pierde
en el horizonte de metralla,
la pista se abre veloz en el cielo
de iluminación laser
en una ilusión de cráneo depresivo,
y todo por hacer.
Donde los sueños se cuelgan
como ropa mojada, a secar
por el sol que abrasa y duele en un amarillo,
que bebe el dulce ácido,
y luego me voy a dormir.
Toda una sintonía que arranca
en lo más profundo,
más allá queda la espiral.
FELONÍAS
PUÑALADA
De un sitio para otro.
De un sitio para otro,
dinamizando, generando, creando,
Así pasé años, y Ellos no solo no lo agradecieron,
si no que además me lo hicieron pagar.
No puedo más, herido y agotado,
nunca quise jugar en la realidad anodina e ilusoria,
y los invité a adentrarse en la Realidad Púrpura,
y me odiaron para siempre,
como zoquetes desagradecidos.
Pero ahora,
me veo tan mal,
vencido.
Pocos pueden ver quien soy,
nací accidentalmente,
como algunos otros,
con el estigma de la Puerta en la sien.
Hoy estoy tan muerto
como Ellos lo han estado siempre.
La bolsa de la compra me pesa cada día más.
Soy un señor, ¡un señor!.
Las criaturas se revuelven y me quedo impasible,
esperando una nueva traición.
Quién me clavará el puñal definitivo?.
Por la espalda,
siempre por la espalda.
#Mis manos tiemblan en la frialdad del grado bajo cero,
esperando el estoque final.#
PELEANDO A LA CONTRA
Muchos años peleando a la contra.
Contra Ellos, silenciosos mediocres,
contra mi incapacidad mediocre
para vencer las debilidades y lograr discernir
bajo el traje Homo Sapiens cuales son
esos seres artificiales, ladrones energéticos.
Peleando a la contra
para vencer al ser ajeno que habita
en mi costado y sube a la sien
en un calambre electromagnético
para sabotear la glándula pineal,
la Entrada.
Defenestrado por los hábiles titiriteros
de la escena posmoderna, caído en el olvido.
Puede que ya hayan logrado su cometido.
Mis pocas energías
las ilusiones hechas trizas
la pelea acabada.
Ser diferente a la multitud,
totalitarismo de la multiplicidad uniforme,
conlleva el castigo de la indiferencia.
Único, extraño, sin un colectivo que te ampare.
Sobre los lomos de mis espaldas
agazapado en las muecas de una nueva ilusión,
de nuevo otra vez más, muerte y resurrección.
Se abre otro camino en el horizonte, será otro
espejismo a lomos del gusano de dos caderas?
UN NUEVO INTENTO
Todo se desmorona
en un chasquido,
así de fácil - txask -,
miles de proyectos
se esfuman
en una hélice maldita,
dónde queda en polvareda,
la ilusión,que se rehace
de nuevo en barro,
y levanto cabeza
en un nuevo intento,
un intento más,
con la adrenalina podrida ya
en las entrañas de la mandíbula.
SUCCIONADORES DE ENERGÍA
Me solía rodear de muchos de Ellos,
entonces no los distinguía.
Parecían amables, incluso sentía su aprecio hacia mi,
mi trasparencia les permitía velarse en engaño.
Pero al poco comenzaba a notar
que mi energía disminuía y no la recargaba,
les ayudaba en esto en lo otro,
les abría nuevos Portales que abrían nuevos caminos,
les llevaba sus cosas a cuestas sobre mis hombros,
y ellos justo nunca estaban ahí, en esos momentos.
Pero de repente surgían al final del esfuerzo
con la palma de la mano bien abierta
para recibir.
Por aquel entonces comencé a desvelarlos,
cargados de luz como luciérnagas
succionadoras de energía.
Pero ya era demasiado tarde, estaba desfallecido.
Grandes flujos energéticos salían de mí
a borbotones y quedé a punto de expirar.
En esos momentos su mano abierta
ya había desaparecido con el botín
y miraba a mi alrededor
y sus rostros ya no estaban, sonrisas amables
se tornaron en nucas pixeladas alejándose al trote.
Iban cargados, ya les ví sin el velo,
eran succionadores de energía,
sanguijuelas travestidas de luciérnagas.
YO PONGO EL ALMA TU LA NAVAJÁ
(taranto poético)
En un duelo noble.
Había un caballero
y un barriobajero.
Combate de sables.
Yo pongo el alma
tu la navajá,
ambos con arma
yo voy de frente,
luna que aparece rajá,
tu por la espalda siempre, siempre.
PROLETARIO DEL ARTE
Ayer entré
en un centro cultural
(no muy lejos de aquí)
y alguien me reconoció:
- Ah, tu eres ese -
Yo dije: - si, un proletario del arte-.
Alguien me olfateó por si llevaba pistola,
alguien me puso la mirada encima
agarrándome por la pechera.
- Sabes, yo trabajé duro para crear contracultura-,
dije. Y seguí:
- Para qué este sitio funcionara, el mismo que tu ahora manejas-.
Entonces,
en ese mismo instante
alguien me puso su nuca en mi boca
y su boca en mi nuca.
- Me he enterado que ahora quieres ser artista-, dijo alguien,
y de mis callos como glebas brotaron
versos ismailitas.
-Sabes trabajé duro en esto-.
Alguien miró a otro lado,
alguien que no había visto jamás,
alguien que puso su carne en mi sombra.
De repente sopló el viento, fuerte, y una teja
desde la sombra resbaló y golpeó en mi sien
cayendo al infierno del olvido.
Jacinto, proletario del arte.
CON SUTIL TOQUE
Con sutil toque de piano
Te boikotean el alma
Gente del burgo
Te boikotean el alma
Gente del burgo
Con sutil toque de piano.
HYANCINTH HOUSE
¿ Que están haciendo en la Casa de los Jacintos?.
Arrancando los jacintos para plantar narcisos.
Necesito unos nuevos y flamantes amigos
que no me zancadilléen cada vez que por mi impulso,
avanzen.
Necesito unos nuevos y flamantes amigos
que no envidien
y den como yo doy.
Necesito a alguien que no me necesite
para sacarme todo lo que tengo
y después dejarme seco
y sedado de trankimacines.
He vuelto años después.
Veo que el baño está limpio
que no hay cataratas de ratas
y artistillas con mayordomos en sus genes
viendo como barre Jacinto.
Creo que alguien se acerca.
Estoy seguro de que alguien me sigue
y me pregunto, por qué tiraste la sota de corazones?
Era la única carta de la baraja que me quedaba por jugar.
Suerte que escondí una otra en la manga.
Y lo diré otra vez
Necesitaba nuevos y flamantes amigos, y aun los busco.
Jacintos: solo uno es el auténtico.
Solo uno el auténtico.
Prueba a mirar más allá de la Puerta.